martes, 12 de febrero de 2013

miércoles, 6 de febrero de 2013

EL DESPERTAR DEL AMOR



EL DESPERTAR DEL AMOR.
Luis Vásquez Valenzuela.  Sexto “A”  1965


Recién tenía once años,
Cuando ya estaba prendado
De quien había llegado
A estudiar ramos extraños
En una escuela de antaño.
Desde Chequén llegó a Talca.
Tierra que nunca desfalca,
La tierna María Eugenia,
Recuerdo que aún congenia
Con esta voz que recalca.

Las Escuelas Concentradas
Era el nombre más corriente
Que le entregaba la gente,
A dos escuelas pegadas
Pero a la vez separadas,
La "Quince" era de niñitas
Cual de todas más bonitas,
Y la "Tres" de unos niñitos
Que observaban de lejitos,
A sus futuras musitas.

Pues los patios de recreos
Sólo estaban separados
Por frágiles enrejados.
Que permitían correos
Miraditas y flirteos.
Aunque eso sólo lo hacían
Quienes jamás rehuían
Semejantes jugueteos,
Que aunque los llamaran feos
Los niños siempre se henchían.

Y como yo estaba fuera
Del grupo de los diablillos,
Tan sólo le echaba ojillos
A esta niña que viniera
En pos de otra luz señera.
Es que me daba temor
Llegar a enseñarle amor
A dicha naciente estrella
Y, por ende la más bella
Flor de mi afán soñador.

Aunque si he de ser sincero
Yo no sólo la veía
En tales horas del día
Pues juro que no exagero
Que yo me fundía entero
Cuando comíamos juntos
Y brotaban ciertos puntos
Respecto a nuestras tareas
En medio de otras ideas,
Pero, jamás de mi asunto.

Y todo, porque su tía
Le empezó a pagar pensión
En Talca por precaución
A mi madre que vivía
De todo lo que vendía
Y no entregando raciones
De allí que haciendo excepciones
Terminó escuchando el ruego
De su amiga que no niego,
Confiaba en ella a montones.

Aunque no todos los ratos
Venían siendo un tesoro
Para un galán con decoro.
Porque habían días gratos
Y otros peor que Pilatos.
Ya que los primeros días
Eran fuentes de alegrías.
En cambio el fin de semana
Me hería más que katana
Al verme en horas vacías.

Ausencias que me obligaron
A empezar a hacer poemas
Pensando en ella en mis temas
Versos que puntualizaron
Detalles que se quedaron
Estando siempre en mi ser
Y también en mi querer.
Como cuando hice un matiz
De un lunar en su nariz.
Voz que me niego a perder.

Rasgos todos destacados
Por mi incipiente interés
De escribir alguna vez,
O, gong de gritos larvados
Que quisieran ser ampliados
Con tal de evitar sufrir
Mas no podían salir.
Hasta que ya me soltaba
Del miedo que me embargaba
Para dejar traslucir.

Todo ese amor infinito
Mezcla de goce y dolor
Pues a pesar del rubor
Le mostraba lo ya escrito
A esta amiga que les cito
Y aunque fuera algo evidente
Que yo era esa voz doliente
Nunca me preguntó nada,
Porque yo entré en la coartada
Que el colegio era la fuente.

Y así pasaban los días
Sin mayores novedades,
Hasta que ya ingresé al Hades.
Visto como alegorías,
Señal de las penas mías.
Por fin del año escolar.
Suceso para llorar
Pues ya no podría verla,
Amargura de perderla
De mi vida y el charlar.

El sexto preparatoria
Fue antaño el último curso
Lo cual nos llevó a un concurso
Que ya nos dejó en la gloria
Dado que haciendo memoria
Ella quedó en la Normal.
Yo en un Liceo fiscal
Gozo por ser aceptado
Y pena por ser dejado
Por quien cambiaba de hostal.

Dado que su nueva escuela
Gozaba hasta de internado.
Mi vida ya era un tornado
Que dejaría una estela
De un hecho que aún me alela.
Porque apenas no volvió
Del campo que la meció
Me convertí en un león
Girando en una prisión
Inmerso en lo que murió.

Pues recién vine a saber
Lo que era un dolor real
O, de amargura total.
He ahí no querer ni ver
La leche ni hasta el comer.
En suma, estaba angustiado
Y además bastante agriado.
Razón que me llevó a urdir
La locura de partir
A verla en su predio amado.

Intención que me acosaba
O, me robaba hasta el alma
Y que nunca haría en calma
Ya que aunque la idea estaba
Lo que más me atribulaba
Era el hecho de la excusa
Que le daría a mi musa
Cuando me viera llegar
Al lado de ella en su hogar
Ardid que urdía sin pausa.

Los problemas no eran pocos
Porque también me afligía
El ya saber que su tía
Sufría hasta de sofocos
Por ciertos chiquillos locos
Amigos de su sobrina.
Mujer de mirada fina.
Barreras que por supuesto
No querían verme expuesto
A clavarme en dicha espina.

Y recuerdo que fue justo
Un buen domingo de enero
Cuando fui a ver un ternero
Recién comprado con gusto
Por mi amado abuelo Augusto.
¡Qué terrible paradoja!
Perdón, por si alguien se enoja.
Mas ya estando en Chacarillas
Partí a ver a esta chiquilla.
Que ojalá siempre me acoja.

Bueno, locuras de un niño.
Que andando en su bicicleta
Llegaba siempre a su meta.
Aunque hoy sólo por cariño
Y vestir con cierto aliño.
Debido que al ser feriado
Me hallaba hasta terneado
Partí sin ni conocer
El camino a recorrer.
Y, que al verlo era enripiado.

Rutas muy propias de ayer
Con muchas vueltas de esquinas
Y superficies en ruinas.
Que me hacían padecer
En cuanto al estremecer.
E, igual bajaba distancia
Mostrando siempre prestancia
Hasta que ya entré a un poblado
Distinto al por mí esperado
Revés que resté importancia.

Pues fuera de consultar
Con más de algún campesino
Hallado por el camino
También me empecé a fijar
En las flechas para entrar
Al lugar de un gran rodeo
A efectuarse en "Duao" creo
Por lo que ya era evidente
Mi meta pasó a pendiente
De allí que volví al pisteo.

En pos de aquel objetivo,
Que de a poco me acercaba
A la mujer que yo amaba.
Pasión que fuera el motivo
De este gran viaje explosivo.
Sin haber ni sospechado
Que ya estando estacionado
En su querido Chequén
Y a pasos del almacén
Yo me vería extrañado.

Pues comencé a sentir miedo
De ingresar a presentarme,
Cosa que pasó a marcarme
Pues en vez de decir puedo
Llegué y me alejé del ruedo.
Porque me empecé a turbar
Llegando incluso a temblar
Tanto que apenas me vi
Frente a un emporio yo huí.
De ella, su cielo y hogar.

Vivencia que deseaba
Entrar a cerrar aquí
Mas ahora recién vi
Que todavía faltaba
Ampliar lo que yo esperaba
Puesto que justo al regreso
Me surgió un lío de peso
Me encontré con un vecino
Famoso amante del vino
Y del rodeo por eso.

Lo cual me obligó a rogarle
Que no entrara en el error
De acusarme por favor
Ya que no quería darle
Susto ni tampoco agriarle
La vida a mis dos papás,
Pues ya no lo haría más.
Respondiendo que él sabía
Debido a lo que veía
Que yo no era un Satanás.

Y olvídate que me viste
Porque yo no soy chismero
Sino que un hombre sincero
Que no quiere verte triste.
Así que tranquilo, oíste.
Es que ya estando curado
Dejaba de estar callado
Y hablaba hasta por los codos
Claro que de todos modos
Partí mucho más confiado.

Saltando en lo pedregoso,
Hasta que vi el pavimento
Donde conocí el tormento
De andar contra un viento brioso
Rival del correr ganoso.
Es que andaba sin permiso
O, lejos del compromiso
De volver luego a mi hogar.
Un hecho para inquietar
A cualquier hijo sumiso.

A las siete de la tarde
Terminé llegando a casa
Maldito viento que arrasa.
Deshecho por ser cobarde
Derrota que aún me arde
Aunque en vista de lo urgente
Y a pesar de ser creyente
Llegué y le mentí a mi madre
Para arreglar el descuadre,
Causado por mi inconsciente.

Raíz de mi acto fallido,
Puesto que yo no mandaba
Sino un corazón que andaba
Queriendo sentirse oído
Amado y correspondido.
Aspiración que de hecho
Estuvo siempre en barbecho
Pero nunca llegó a ser
Una realidad de ver.
De allí que acabé maltrecho.

Fruto de un amor platónico
Dado que nunca hubo un roce
De manos ni mayor goce.
Lo cual se ve poco armónico
Por no cuadrar con lo hedónico
En cambio yo lo veía,
Que el ya saber que existía
Eso me hacía feliz.
Amor con otro matiz.
Y muy distinto al de hoy día.

Pero desgraciadamente
Sólo como al mes después
Se me produjo el revés
Que nos cambiamos de ambiente.
A una parcela incipiente
Justo entre campo y ciudad
Cosa que gusta a esa edad
Por tener ambas ventajas
Pues había hasta tinajas
Lugar bello de verdad.

Lejos, pero de emoción.
Ya que para ir a estudiar
Había que caminar
Mucho por locomoción
Hasta alcanzar el salón
De clases en el Liceo.
Donde parecía un reo
Pensando en mi libertad
Y sufriendo sin piedad
Por culpa de un gran deseo.

Porque ya no me bastaba
Con el saber que existía.
Me urgía verla algún día
Ansia que me complicaba
Cuando yo me imaginaba
Haciéndome el topadizo
Algo igual que encontradizo
Pero nunca me atreví
A asomarme por ahí.
Porque yo era primerizo.

Y para eso bien podría
Haber ido a visitarla
Un sábado para hallarla
Al Mercado al mediodía
Y así lograr verla un día
Pues de ahí salían antes
Todas las micros rodantes
Hacia las zonas rurales.
Pienso en vistazos finales
Pero de otros estudiantes.

Pues mi único intento y goce
Fue ponerme a pasear
Como era común actuar
Sábados después de doce
Por la rúa que se conoce
Como la calle Uno Sur
Lugar de encuentro y glamour
Y además eje vital
Del quehacer comercial
Aunque yo apunto hacia el tour.

Mas lo cierto es que pasaban
Las semanas y hasta años
Y eran puros desengaños
Pues mis ojos la buscaban
Ansiosos y no la hallaban
Pero afortunadamente
Sucedió que de repente
Vi a quien me estremeció entero
Cuando tropecé en terreno
Con mi destino de frente.

Era mi futura esposa
Con quien ya a cincuenta años
De ese encuentro tan de extraños
Aún me parece hermosa
Y además siempre graciosa
Aunque aquel hecho no impide
Que yo evoque a quien reside
En mis recuerdos de niño
Cosa que hago con cariño
Y hallo difícil que olvide.

Pero hubo un hecho casual
Que se dio con rapidez
Pues logré verla una vez
Bajo el paseo ritual
Puesto que ya era habitual
Pasearse antiguamente,
Y aunque no la vi de frente
Por ir por distinta acera
Lo tomé como si fuera
Lo más normal y corriente.

Y aunque me dejó extrañado
Al ver que quedó bajita
Igual la noté bonita,
No importa el amor pasado
Pues sólo fue un juicio honrado
Dado a favor de una amiga
Cuya esperanza es que siga
Teniendo vida y salud
Integral y en plenitud,
Y además Dios la bendiga.